Es
tan rápido el ritmo que ni siquiera puedo mirar de reojo algo que va quedándose
atrás. Para no estrellarme he de mantener la mirada al frente mientras los
escalofríos se me producen en el cogote; también en el corazón, claro, pero
estos ya los llevo conmigo mientras de cuando en cuando aflora el goteante
liquidillo salado en mis ojos.
La
última vez ha sido hace nada, y parecía nada pues nada es que una de las
múltiples acciones últimas haya sido dar de baja mi número fijo de teléfono. El
número que me ha acompañado durante casi veintiséis años. Y parecía nada, pero fue
algo cuando descolgué el teléfono para comprobar si ya habían desconectado la
línea. Tan solo escuché unos pitidos extraños. Fue cuando supe que mi teléfono
había muerto. Definitivamente. Quien me iba a decir a mi que la muerte de un
objeto como ese iba a provocar en mi el llanto… y que además tuviera que ver
con telefónica. Sorprendente. Y así fue, símbolo de la muerte de una larga
historia que termina. Se cierra una parte de mi vida, de un espacio que
compartí, amor que se diluye en ese espacio, ahora frío, en un extraño silencio
mientras voy desmontando pieza a pieza lo que una vez fue y ya no volverá a
ser. Mientras, escucho el sonido cambiante, distinto, cada vez
más vacío. El eco de los huecos.
Ahora
sé que el frío también puede actuar como disolvente. Es una de esas veces que
sabes que haces, ves , vives, algo por última vez. Alguien dijo que se podrían
escribir muchos libros simplemente narrando las primeras y últimas veces. Este
es uno de esos momentos. Vivo en la frontera entre lo que se cierra y lo que se
abre, entre el dolor y la alegría. En ese tira-y-afloja donde parte de mi se
desgarra y otra procura recomponer rápidamente los trozos para no quedarme
atrapado en la nada.
Mi
teléfono ha muerto, ya no volveré a enumerar sus componentes de aquella forma
que se colocó de modo tan fácil en mi memoria. Pasa al pasado.
Bella
historia de amor, arribas y abajos incluidos. Bella historia con triste final.
Y
crecer, comprender, mejor amar.
Mi
teléfono ha muerto.
Álex
Kirschner 28/Febrero/2014